PASTORAL DE LA salud

--------------------------------------------------------------------------CRISTO ES LA SALUD

    En la Bilia, "salud" y "salvación" se identifican y se expresan con el término griego "sotería", según la versión de los LXX. El término se usa indiferentemente como "sanar" y como "salvar". También en latín el vocablo "salus" expresa cualquiera de las dos realidades. La liberación de un peligro o de una dificultad, así como la ayuda prestada para ello, se llama también "salud".

    En el AT, Dios es el salvador por excelencia; el que da la salud al pueblo, el que lo libra de las dificultades y de sus opresores; el que ayuda a salir vencedor en el peligro, en la batalla, el que acude a librar a su pueblo. Así, Dios-salvador se manifiesta en la salida de Israel de Egipto, en la victoria sobre los filisteos, en el regreso de Babilonia como un nuevo éxodo. Los profetas hablarán más tarde de un concepto de salud escatológica, es decir, una salvación definitiva que superará a la salud histórica y que será obtenida para todos por el Mesías. Esa salvación se ligará, pues, al concepto de vida-eterna. Esta salvación está relacionada con la idea de esperanza de felicidad futura del pueblo y de cada uno. Esperanza humana y salvación de Dios van a ir, entonces, de la mano en orden a una misma meta. La presencia de Dios se identifica con presencia protectora, con salud, con salvación; la asusencia de Dios es peligro, es muerte. Dios es fuente de salud porque se le pide que les libre de la enfermedad o de otras desgracias, consecuencia de los pecados. Por esta razón, en la concepción de Israel, la salud supone el perdón de los pecados. De esta manera, el concepto de salud se espiritualiza y deriva más hacia el contenido de salvación de los pecados.

    Cristo es quien realiza la esperanza de salvación alimentada en el Antiguo Testamento. Los autores del Nuevo Testamento presentan a Jesús de Nazaret como el que va a traer la salvación y la salud definitiva ofrecidas por Dios mediante los profetas. Así interpretan su muerte en la cruz y su resurrección. Cristo vence a la muerte y con ella al pecado, devolviéndonos, así, la salud y obteniendo para nosotros la salvación. Aunque esa esperanza de felicidad definitiva se reserve para la vida del cielo, sin embargo, Jesús nos la garantiza y sabemos que en Él es ya una realidad. Para nosotros continúa siendo una esperanza que Dios nos concede por puro don suyo a través de Jesús.

    Las palabras y las acciones de Jesús en su vida pública son palabras y acciones salvadoras. Sus milagros son signos de la salvación que Dios nos trae en Él. Y buena parte de esos milagros son sanaciones de personas enfermas. Las curaciones y resucitaciones que Jesús realiza son signo y prefiguración de la salud definitiva y de la superación de la muerte (vida eterna) que nos traerá con su muerte y resurrección.

    La teología de San Juan introduce el concepto de salud aplicado a la cruz cuando en el capítulo 3, en el diálogo de Jesús con Nicodemo, Jesús proclama: Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del Hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. La referencia es a Números 21, 4ss. en que una serpiente elevada a modo de estandarte sirve de sanación y de salud a los mordidos por serpientes en el desierto. El paralelismo es claro: De la misma manera que quien contemplaba el estandarte de Moisés obtenía la curación y la salud, el que crea en Cristo muerto en la cruz para la obra de la redención obtendrá la salud, la salvación, la vida eterna.

    Aun así y todo, no es lo mismo meditar en todo esto desde la posesión de una salud buena que hacerlo desde la enfermedad. El enfermo se identifica mejor con el Cristo de la pasión, con el Cristo de la cruz. El sano habla más del términmo "salvación" aunque le sea más difícil de comprender. Para la persona enferma el término "salud" adquiere un sentido mucho más vital. Esa salud es el contenido de una esperanza que afecta a la totalidad de la persona y que puede liberarla de la "humillación" que sufre desde su discapacidad o desde su postración. Es la forma de superar su debilidad. Definitivamente, los términos "salud" y "salvación" los comprende mejor el enfermo, porque él sí que siente la necesidad de sentirse salvado.

 

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Zaragoza, octubre 2002